martes, 4 de mayo de 2010


Otro comentario de Alicia Redondo Goicoechea:

"Los momentos de cambios sociales profundos originan siempre un claro resurgir de la novela histórica, como ya señaló Lukács, y no podía ser de otra manera, en el caso de las grandes transformaciones causadas por el movimiento de las mujeres.
Algunas poetas, novelistas, periodistas y estudiosas emprendieron la tarea de revisar las vidas y obras de las mujeres, de las que se nos habían transmitido opiniones y retratos masculinos pocos satisfactorios.
En cuanto a las obras en prosa, van desde la novela histórica hasta la investigación,y, en ellas, las autoras han emprendido la rehabilitación y el descubrimiento de multitud de mujeres que fueron importantes en su época, y de las que apenas se había hecho eco la historia oficial, mujeres víctimas de la famosa "omisión blanca" que persigue sistemáticamente su quehacer, e impide la creación de una tradición femenina en la historia, aunque existió ésta en la realidad. a esto hay que añadir los estudios sobre la vida cotidiana de las mujeres, de todas las clases sociales y de todas las épocas(...)
No obstante, el objetivo claro de todas estas autoras y autores era, y sigue siendo, rectificar los errores y aclarar los hechos en busca de una mirada femenina nueva y una mayor comprensión que tiene precedentes importantes, como, por ejemplo, las reflexiones de Unamuno y su teoría de lo que él llamaba la intrahistoria, como sustituta de una vieja historia cuajada de fechas, batallas, tratados y totalidades.
En cambio las novelistas suelen trasladar a estas figuras históricas los problemas y preocupaciones de su momento, y, muchas veces, la propia búsqueda de la identidad personal, intentando descubrir en el pasado la solución de los problemas del presente. Esto produjo una nueva forma de novela histórica que buscaba, desde dentro de las grandes protagonistas, las motivaciones de unos actos que fueron importantes decisiones políticas o sociales. Su origen hay que situarlo en la escritora belga Marguerite Yourcenar y sus célebres Memorias de Adriano. Desde el punto de vista formal lo que las novelas históricas femeninas suelen tener en común, además de lo fragmentario de los sucesos narrados, es la desaparición del narrador que lo sabe y lo juzga todo como un dios inmisericorde, para dejar paso a narradores personales que relativizan lo visto y, a la vez, lo dotan de autenticidad.Éste ha sido, tradicionalmente, el punto de vista privilegiado por la escritura femenina, y, quizá por ello, cuajan ahora un conjunto de obras bastante amplio que va desde la novela histórica al periodismo, el ensayo y la investigación."

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