jueves, 29 de abril de 2010


EL 29 DE ABRIL DE 1964 FALLECE WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ, ESCRITOR Y PERIODISTA.

OBRA LITERARIA

Publicó unas cuarenta novelas y libros de relatos de humor, caracterizados éstos por un fino humor irónico de sesgo gallego a veces cercano a lo fantástico. Se muestra muy sensible al paisaje galaico que envuelve en un profundo lirismo. Muchas de sus novelas y relatos poseen contenidos simbólicos. No se muestra un innovador en cuanto a las formas y estructuras novelísticas, sino que sigue académicamente los modos de la narrativa tradicional.

Existen en él reminiscencias de Stendhal y de Eça de Queiroz, al que tradujo. Su obra transmite un mensaje de escepticismo hacia un mundo que cambia sólo superficialmente y descuida valores espirituales y morales permanentes. Sus personajes se mueven entre la frustración y el fracaso. Pese a lo subversivo, a veces, de su conservadurismo, gozó el autor de gran prestigio bajo el franquismo, publicando con regularidad artículos de prensa, haciendo ediciones de sus Obras Completas y dando a luz numerosas obras.

Su ideología anti-marxista (nacida en gran parte de sux experiencias personales en el Madrid de 1936-37, cuando estuvo a punto de perder la vida por no compartir las ideas de los Gobernantes del Frente Popular) fue tan fuerte que llegó a escribir cosas como la que sigue: El olor a rojo es tan fuerte y típico que creo posible distinguir un marxista y aún seguir su rastro con olfato poco ejercitado. El marxismo -religión de presidiarios, fracasados, de envidiosos, de contrahechos, de vividores, de perezosos, de gente de cubil- tenía que oler así precisamente: a conciencia podrida, que huele peor que una ballena muerta porque el marxismo materialista es una doctrina intestinal...

Las preocupaciones morales y el pesimismo del autor se manifiestan en casi todas sus novelas. Así, en El secreto de Barba Azul (1923) se intenta demostrar que las pasiones mueven las acciones humanas, tesis que se repite en Las siete columnas (1926), en que los siete pecados capitales se constituyen, paradójicamente, en los pilares de la sociedad. También se ironiza sobre la hipocresía social en Relato inmoral (1928) y en El malvado Carabel (1931), siempre ofreciendo una visión desencantada de la sociedad bajo la apariencia del humor.

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