domingo, 25 de abril de 2010


Comentario de Alicia Redondo Goicoechea:

"Aún queda un campo todavía irreductible, para las escritoras, que es el de la crítica. La aceptación del público lector, mayoritariamente mujeres, no lleva aparejada la aceptación de la crítica que sigue estando en manos o cabezas masculinas y que, además, no acepta la masculinidad de su lectura y, por tanto, la necesaria apertura del canon a obras con otros parámetros, en parte diferentes a los suyos, pero no peores.
A finales del siglo XX, las escritoras españolas necesitan todavía antologías específicas de poesía, narrativa o teatro porque apenas aparecen en las antologías masculinas, y el pequeño lugar que ocupan en las historias masculinas de la literatura lo tienen que defender día a día, de forma que suelen desaparecer de las mismas después de su muerte, como lleva pasando desde el siglo XV, porque lo que no se ha establecido, de ninguna manera, es una tradición cultural escrita y sólida de mujeres, mezclada con la de los hombres, y, hoy por hoy, ambas corrientes se desarrollan en caminos paralelos y no precisamente equilibrados.
A pesar de la masiva incorporación de las mujeres al trabajo remunerado a lo largo del siglo XX, para algunas autoras, el espacio de la cultura protagonizada por mujeres no sólo no ha ido en aumento sino que está en retroceso, según afirma Germaine Greer en La mujer completa Existe una elitista concepción del canon cultural mundial que ha normalizado como modelo la cultura anglosajona masculina (Harold Bloom), y ha endurecido su postura en clara oposición a otras visiones más democráticas que, desde los estudios culturales, tratan de abrir ese canon a las obras de las mujeres y de otras lenguas, razas y clases sociales. Un canon elitista y exclusivista que, con respecto a la cultura española, no considera a las mujeres, y plantea como cuestiones de calidad lo que son, muchas veces, cuestiones de diferencia.
Las críticas leemos y estudiamos, habitualmente, a hombres y mujeres, mientras que los críticos, al menos en nuestro país, sólo suelen leer a los hombres, lo cual es bastante limitador, porque el panorama de la escritura realizada por mujeres de la segunda mitad del siglo XX, en España y Latinoamérica, es muy rico y lo que ellas han aportado en estos años no sólo supone unas cuantas obras maestras y muchas obras buenas, sino que algunos de sus temas y formas, por ejemplo los de la introspección, han nutrido no poco la narrativa masculina de los noventa. Lo cierto es que ante la cerrazón crítica, algunas narradoras han disfrazado su escritura de masculinidad y abominan de lo femenino...¿es quizá en parte por esto por lo que las mejores escritoras de finales del siglo XX son, quizá, las poetas?"

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