domingo, 16 de enero de 2011

Comentario de Alicia Redondo Goicioechea

En los años sesenta, entre Primera memoria y La plaza del diamante, Doris Lessing había publicado en Inglaterra El cuaderno dorado, que supuso un gran aldabonazo en la narrativa de mujeres, pues destruía, tanto en el tema como en las formas literarias, las normas convencionales de la escritura clásica femenina. Su modelo de mujer, tan en conflicto como el de las autoras españolas pero sin sentimientos de culpa, añadía el elemento de la militancia política de izquierdas. En esta obra se acuñó la famosa frase "nada es personal", que primero fue asumida como consigna durante décadas por las mujeres de izquierdas, para luego ser transformada por el feminismo de finales del siglo XX con un giro sorprendente: "lo personal es político". Y es que éste es uno de los problemas cruciales de la vida y, muchas veces, de la escritura de las mujeres: las dificultades para compaginar un trabajo remunerado o una actividad político-social, con el inmenso trabajo de la maternidad poco valorado y nada remunerado y que, sin embargo, ocupa los mejores años de la vida de muchas mujeres.

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